El arquitecto italiano recientemente fallecido Paolo Portoghesi (1931-2023) editó junto a su mujer Giovanna Massobrio el libro «La seggiola di Vienna. Storia dei mobili in legno curvato», en 1980. Era uno de los primeros libros en estudiar a fondo el tema del mueble curvado por parte de un arquitecto fascinado por la línea curva. En efecto, uno de los aspectos destacables del libro es la insistencia y la defensa de la línea curva en forma de continuidad lineal. Un principio básico del procedimiento técnico del curvado es que el resultado se resume habitualmente en lo que llamamos una “continuidad lineal”, elevado a la categoría de principio estético. Esta característica de continuidad ya se encontraba en las sillas iniciales de Michael Thonet, la llamada “silla de Boppard” porque fue producida en sus talleres en su ciudad natal.

Consideramos que en la industria del mueble curvado la forma surge de la misma dinámica del proceso productivo y la continuidad lineal es un principio básico al aprovecharse las potencialidades del curvado para, utilizando el menor número de piezas posibles, ahorrar material y lograr esa elegancia que tiene la línea continua, en la que se han suprimido los tradicionales ensamblajes. Como ejemplo, véase la estructura típica de los respaldos de las sillas de Hermanos Thonet como la silla número 14: las patas traseras y la parte exterior del respaldo están formadas por una sola barra de madera curvada de dos metros y veinte centímetros, aproximadamente.

Esto era una característica de muchos otros modelos de sillas curvadas, pero también de otros muebles de éxito de Hermanos Thonet como las cunas, las camas, las chaise-longue, las mecedoras, etc. Todas las piezas de mueble curvado pueden valorarse desde esta perspectiva de la continuidad lineal que sintetiza la unión entre la técnica y la forma. Por otra parte, esta continuidad puede ser real o simulada, dando igualmente buenos resultados estéticos. Un ejemplo de buena continuidad lineal está representado por la chaise-longue basculante de Thonet en la que se aparenta una línea continua de siete metros, aunque se trata de dos piezas en las que hay un punto de ensamblaje necesario para poder producir el diseño tan característico.

Este principio constructivo y estético tendrá una proyección manifiesta en el mueble de acero tubular de los años veinte y treinta, en lo que podríamos llamar «mecedoras inmovilizadas» en las que a menudo el movimiento decidido de la mecedora ha sido sustituido por el suave efecto cantilever en un sillón. Los arquitectos del Movimiento Moderno conocían perfectamente los progresos de las industrias del mueble curvado, en ocasiones colaborando en el diseño de nuevos modelos y plasmando el principio de la continuidad lineal en modelos fabricados con el lenguaje tradicional del mueble curvado pero ahora con nuevos materiales, como el acero. En este sentido, ciertamente, el mueble de madera curvada fue un referente para el mueble de acero tubular.





