En Tona -comarca de Osona- había diversas fábricas de sillas curvadas (al estilo de Viena, como se decía entonces) como la de Guàrdia (Guàrdia y Vilella) y la de Pedro Codina i Riera (1843-1913). Este vecino de la localidad construyó lo que con el tiempo sería una de las fábricas más importantes de sillas curvadas de Catalunya. Al parecer fue fundada su fábrica en 1876 siendo una de las primeras creadas en España. Sobre la fábrica de Guàrdia en Tona, la curvadora de Arbúcies y la fábrica de Guilleumas en Ripoll existen fuentes -véase la bibliografía citada al final de la entrada- que también son útiles para esbozar unos fragmentos sobre la fábrica de Codina pues los protagonistas estaban interrelacionados. Al parecer en 1885 Pere Codina i Riera, Jaume Guàrdia i Molera y Jacint Roqueta i Brés se unieron para formar una asociación de productores y venta de sillas curvadas, llamada «Guàrdia, Codina i Roqueta» pero la fábrica de Codina, con más de cien obreros, continuó en funcionamiento probablemente de forma independiente. Por otra parte Jaume Guilleumas, que había trabajado en la fábrica de Codina, se estableció con una fábrica propia en Ripoll en 1922.


De la interesante Nota de precios de 1911 se deduce que ese año se ofrecía al público -y por tanto se producía en la fábrica- sillas de juguete y para niños (incluida una mecedora), tronas, taburetes, unos 25 modelos de sillas (algunas sillas «bajas») y dos modelos de sillón, lavabos, perchas «curvadas de Viena» (cuyo precio se determinaba por número de ganchos), un modelo de mecedora, toalleros y telares para bordar. En cuanto a la decoración del asiento había un aumento de precio en las sillas «con asiento quemado, repujado y dos colores..o asiento faja y espiga modernistas», distinguiéndose también la traba «moderna» de la tradicional. El asiento perforado en las sillas suponía un aumento de precio de tres pesetas la docena pero era más barato que el aumento que suponía el asiento de rejilla (5 pesetas la docena). En todas las fábricas de mueble curvado el asiento de chapa perforada o grabada fue sustituyendo paulatinamente a la rejilla por su economía y sus posibilidades decorativas. También se cobraban aparte los refuerzos laterales de las sillas («bracitos»). Los muebles normalmente se acababan en nogal y se embalaban en papel para su transporte y venta.

Joan Codina i Molera (1866-1910), hijo mayor de Pedro Codina y heredero de la fábrica falleció a los 44 años de edad y la empresa pasó a su mujer, María Córdoba i Pontí (1865-1942) y a su hijo Francisco Codina Córdoba llamándose la empresa «Viuda e Hijo de J. Codina». En alguna circunstancia Francisco trabajó junto a Pedro, («Viuda e Hijos de J. Codina») tal como se deduce de algunas etiquetas encontradas en sillas de madera curvada. Desafortunadamente los diversos fabricantes, tanto catalanes como valencianos, se abstenían de identificar sus muebles con etiquetas o inscripciones de modo que sólo es posible determinar – en ocasiones sólo aproximadamente- la autoría a través de catálogos o etiquetas ocasionales.



Francisco Codina Córdoba, tuvo una fábrica en Céret (Francia-Pirineos Orientales) o, al menos, comercializaba allí las sillas fabricadas en Tona, y así consta en algunos ejemplares de sillas que hemos podido identificar, gracias a la ayuda de la especialista francesa Lorène Vanini. Este modelo de silla se caracteriza por su simplicidad estructural, la traba llamada «catalana» o «moderna» según la nota de precios de 1911 que, al parecer, inventó Jaume Guilleumas cuando trabajaba en la fábrica de Codina, y los grabados bicolor del asiento y el respaldo decorado en estilo modernista (Art nouveau). Llevan un sello de «Codina-Cèret» y otro que indica «chaises Codina».





Buscando fuentes de agua para las máquinas de vapor de la fábrica se encontraron aguas sulfurosas que dieron lugar al Balneario Codina, inaugurado en 1913, que se añadió a los otros balnearios que aprovechaban las aguas medicinales de la zona. Posteriormente se añadió un hotel. Resulta curioso que en el tejado del balneario (o manantial, como también se llamaba entonces) apareciera señalado de algún modo el nombre «Codina» en una vertiente del tejado y el año de apertura (o declaración de utilidad de las aguas), 1913, en la otra. Posteriormente fue reformado y ampliado, cerró en 1984 y ha sido recientemente reabierto. Existe alguna imagen histórica de la sala de fiestas del balneario Codina donde pueden verse una sillas «Codina» sin ninguna duda.


Como un recuerdo de la fábrica de Codina, derribada en 1991 para construir pisos tutelados, nos queda la chimenea, erigida en 1910, símbolo ineludible de la época dorada de la industrialización de Tona. La chimenea está recogida en el inventario del patrimonio arquitectónico de Catalunya.





FUENTES y AGRADECIMIENTOS:
Xavier CATEURA I VALLS, «La fábrica de cadires Guàrdia de Tona i La Corbadora d’Arbúcies», Monografies del Montseny, nº 30, 2015, pp. 305-337.
Miquel RUDÉ I MORENO, «La Fàbrica de sillas curvadas de J. Guilleumas», Anals del Centre d’Estudis Comarcals del Ripollès, 2007-2008, pp. 213-253.
Agradecimientos a Xavier Cateura, Claudi Pages y Lorène Vanini por su amable colaboración en el contenido de esta entrada del blog.
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